Resiliencia: bonito palabro.

Diario de #Covid19

Querido diario:

Ayer fue un día duro. Tuve que hacer limpieza en la lista de afectos incluso. Hay gente, personas que, después de toda una vida, te sorprenden malbaratando su patrimonio moral porque se han puesto un carnet en la boca a cambio de seguir ganándose la vida honradamente.

Hay que quemar naves y volar puentes. Qué remedio. Hoy la vida sigue, confinada, pero sigue. Seguimos solucionando cosas, dando respuestas, trasmitiendo ese sentimiento de que hay un mañana y que seguro que será mejor que el último de aquellos días. De esos días que recordamos, de aquellos momentos con los nuestros, cuando nos sentíamos a salvo y seguros.

Va a haber un mañana. Venceremos a esto. Hay preocupación por nuestra economía… Me preocupa también, pero sólo aspiro a un plato de comida para los míos y no pasar frío ni tener que llevar mis vergüenzas al aire.

Ahora mismo todavía muchos están a tiempo de taparse, pues tápense por favor, ahora todavía no hay excusa para ir por ahí de esa manera. Hay que estar confinados, quedarse en casa, pero no es tiempo de ir en pelotas por la vida, Ojalá se tapen un poquito. Cuando pase esto unos formarán parte de la larga lista de personas que arriesgaron su vida, donaron lo que pudieron, aportaron lo que tenían.

Otros, de la lista de odios y sectarismo, de la inacción y el egoísmo.

Yo me quedaré como Juan Gelman:

Hay que aprender a resistir.

Ni a irse ni a quedarse,

a resistir,

aunque es seguro

que habrá más penas y olvido.

El Gobierno debería seguir nuestro ejemplo.

Diario de #Covid19

Querido diario:

Hay ya un informe de expertos con apariencia de ser bastante solvente, ya han hablado y se han pringado, Ya saben cuándo va a colapsar el sistema sanitario incluso por zonas de España.

La información está en Internet y no en la prensa, radio y televisión convencionales. Les ruegan al Gobierno que tome una serie de medidas por zonas y en fases. Veremos qué pasa. Se prorroga el estado de alarma 15 días más.

La buena noticia es que las acciones tomadas hasta el momento son correctas y van en la buena dirección. La mala es que sigue habiendo muchos listos, ojalá se les monitorice con sus móviles geolocalizados y se les pida cuentas cuando toque. Incluidos los que salieron a escape cuando se anunció un día antes que se declararía el estado de alarma.

Independientemente de las decisiones que adopten las autoridades, cada uno de nosotros somos un vector de contagio y un factor de colapso del sistema sanitario. El #YoMeQuedoEnCasa ha quedado claro que no es un mantra para tenernos entretenidos, es nuestra única medida eficaz de contribuir mientras esperamos los test rápidos, efectivos y eficaces a la población, la criba de todos los contagiados aún sin síntomas, los tratamientos y la vacuna.

Para mi al menos, hay más buenas noticias. El nacionalismo –todos los nacionalismos– ha quedado pulverizado por la envergadura colosal de la pandemia, por el peligro devastador de sus posibles consecuencias, por las frases lapidarias de Emmanuel Macron («es la guerra») y de Angela Merkel («el mayor desafío desde la segunda guerra mundial»). Estamos en un trance de supervivencia en el que se prima el sentido solidario, el espíritu de colaboración, la cercanía con los vulnerables, el civismo y el ejercicio de la ciudadanía. Quien se aparte de esa línea de conducta que sintoniza con las necesidades colectivas, se queda en la cuneta, no es escuchado, ni atendido, ni considerado. Por eso los independentistas con sus esencialismos y sus obsesiones, con ese nacionalismo recalcitrante que transparenta una nimiedad moral sofocante, se asemejan a unos marcianos en nuestro mundo de hoy. Unos extraterrestres.

El que hasta la enfermedad se globalice, ha derrotado al nacionalismo y, seguramente, también al populismo, y después de una economía globalizada, ahora estamos entrando en una nueva era de universalización de conductas. La identidad ya no es la que fue, sino que ha quedado reformulada en el sentido más fieramente humano: en la fortaleza de la unidad y la capacidad de adaptación y en la debilidad de la introspección.

El actual Gobierno de España ya no es de coalición progresista. Es un Ejecutivo de gestión, de salvación nacional, de emergencia. Ha aplazado todos sus planes y abandonado todos los programas, salvo uno: la reconstrucción. Los ministros que no estén por la labor, ya está tardando su purga y expulsión. No es el fin de la historia, pero sí de esta historia de fronteras, fielatos y rediles. Estamos en el aplauso anónimo a las 20 horas de cada día; en el confinamiento doméstico; en el temor y en la esperanza.

Pero si la receta comunicativa del Gobierno durante la cuarentena Coronavirus va a ser un tostón de Sánchez cada sábado por la noche, sin anunciar nada nuevo y con preguntas filtradas mal contestadas de postre, los balcones de España se van a calentar enseguida y eso no va a ser bueno para nadie.

En esta crisis, hay otras víctimas además de los enfermos. Médicos, enfermeros, auxiliares de clínica, celadores, policías, militares, cajeros, personal de limpieza, técnicos de ambulancias… (es interminable la lista y no uso el inclusivo) miles de personas nos están cuidando con riesgo de su salud, y algunas ya han enfermado y hasta han muerto. Y es que tampoco es eso. No se puede aceptar que su vocación de servicio les cueste tan cara por falta de medios. Sería una estafa de la sociedad hacia estas personas. Les están faltando elementos de protección. Hay que buscarlos donde sea y usarlos ya. Todos los recursos existentes ahora, para los que tenemos una prioridad humana, son para el bien común. Y, si la avalancha de necesidades han convertido hasta las mascarillas en producto de difícil obtención, pongan a las industrias a coserlas. Nos estamos poniendo los ciudadanos esperando que tengan alguna utilidad. El Gobierno debería seguir nuestro ejemplo, mejor que nosotros seguir el suyo. Hay que resistir y sufrir pero teniendo presente, sin embargo, que tras las pestes medievales del XIV, vino el Renacimiento, y el Humanismo y la Ilustración. Este tremendo revulsivo puede ayudarnos a configurar una sociedad nueva en la que prime lo verdaderamente importante y sepa librarse de las malas hierbas. Porque, si no, tanto sufrimiento no habrá servido para lograr un futuro mejor.

Limpiar la nevera

Diario de #Covid19

Querido diario:

Hay personas que están creciendo día a día en esta crisis. Muchas son mujeres y demostrando muchas cosas, más que muchos hombres. Otras personas, tanto mujeres como hombres, se van alejando poco a poco, aparecen esporádicamente pasándose la cuarentena por la coleta que para eso son ministros y no tienen que dar ejemplo de nada, el ejemplo es para que lo demos nosotros: los tiesos.

Cada vez se van señalando más y van dibujándose con la imagen de un sepulturero que rebusca en los bolsillos del cadáver tras sacarle el anillo y la muela de oro.

Otra firme convicción que me quedará de estos momentos, es que los estudios sirven para algo. Nuestros hijos deben ahora mismo aprovechar el tiempo como nunca lo tendrán que hacer en su vida. Y nosotros… tenemos que estudiar, leer, agudizar la capacidad de síntesis y, más que nunca, afinar nuestro criterio para poder separar la paja del grano. Hay paja, mucha paja. Hay cosas que todavía no me explico. Estoy buscando formas de ocupar el tiempo en algo productivo. Casi un mes desde que el señor de los malos pelos, que es el crack de un ministro de sanidad licenciado en filosifía, que no filósofo, dijo que no había Coronavirus en España, aún no ha logrado con todos sus …. medios, hacer un Excel donde estudiar las estadísticas. O bien lo tiene y le da pavor hacerlo público. Confieso que soy un friki de la estadística y podría ocupar el tiempo haciendo futuribles, no los haría públicos, pero me haría una idea de lo que nos espera.

Tendremos que replantearnos muchas cosas. Yo de momento veo que una señora en Madrid, que no me caía muy bien, enferma, se dedica a habilitar 5.500 nuevas camas en IFEMA, para tratar de salvar vidas, mientras un pedazo de mierda se dedica a vomitar basura contra España en la BBC. El Estado de las Autonomías: qué bonito me resultaba cuando era un estudiante de Derecho hace 37 años. Cuando acabemos con el coronavirus, habrá que hacer también limpieza política. Hoy solo aspiro a limpiar la casa y la nevera.

El Gobierno sigue intentando controlar el relato del Coronavirus en España. El tal Oliver hace de relaciones públicas para Moncloa. Las ruedas de prensa son un ejercicio de propaganda controlada. Los pocos periodistas de verdad que van quedando, científicos, médicos, enfermeras y los que gestionamos la cosa pública tendremos trabajar juntos para sacar la verdad mientras arreglamos lo que esto nos deje. Hoy de momento, con la nevera y este cartelito de nuestra guerra civil que he tuneado hemos echado fuera medio día.