Diario de #Covid19
Querido diario:
Creo que nadie se salva de que esta situación nos haya superado. Nos ha superado a todos, en mayor o menor medida. No se ya si el silencio de los medios es bueno, malo o medio pensionista. Tampoco nos hace falta más información truncada, incompleta e incluso falseada, para saber que las cosas no van a mejorar a corto plazo. Lo que sí tengo claro, como un mantra, es la verdad universal del poeta: todo pasa. Esto también pasará.
Ahí es cuando te acuerdas de la mentalidad positiva y de, en mi caso, mi divorcio y aquellas breves pero intensas sesiones con unos profesionales que me hicieron reconocer las etapas y las emociones a las que me iba a enfrentar. Aquello me ayudo, ciertamente. Es como ver una película de miedo sabiendo de antemano dónde, cuándo y cómo va a salir el del cuchillo. Puedes echar el rato riéndote y desde luego te vas a ahorrar un mal rato. Ya… la película pierde la gracia, pero puedes dedicar la hora y pico en discurrir en otras cosas con la mente despejada.
Pues esto creo que, sin quererlo, me lo he tomado igual. Debería haber caído antes: lo del coronavirus es como un duelo. Las fases del duelo, si valen para la muerte inesperada de un ser querido o para una ruptura sentimental que te encuentras sin bulla, para esto también vale.
La fase de negación creo que ya la hemos superado todo el mundo, nunca mejor dicho, el mundo mundial. Hasta los flemáticos británicos y el pelo de panocha yanqui. Nadie esperaba que algo de los chinos nos fuera a llegar si no era un pedido de Ali Express, pero nos ha llegado y nadie lo niega ya.
La fase del enfado o incluso la ira. También la he superado. Confieso que yo he sido uno de tantos que he intentado buscar razones causales y culpables. Ya dejo de buscarlos y de señalarlos. Ya les llegará el momento y, como siempre pasa en estas cosas, nunca sabremos de verdad y a ciencia cierta quienes han sido los culpables y, menos aún y lo más terrible, por qué. Si salimos de esta con vida y salud, tampoco nos va a solucionar mucho quemar en la hoguera a nadie porque después de esto nos queda un largo y duro camino para recomponernos.
Creo que ahora mismo, justo por eso te estoy contando estas cosas, estoy ya en la fase de negociación. El Gobierno no, pero le queda poco. Son un poco más lentos o tienen un culo más grande que proteger que el mío, pero ya se están tardando. Yo reconozco que lo tengo más fácil, sólo tengo que negociar conmigo mismo, poniendo en la balanza lo que gano y lo que pierdo, aunque todavía no lo tenga claro, ya lo intuyo. Jugar al ajedrez me ha servido para algo a fin de cuentas. No soy capaz de dar un jaque en seis todavía en esta partida, pero me voy acercando. El Capitán A Posteriori no ha jugado ni al tres en raya en su vida. Nuestros gobernantes lo tienen más complicado. Tendrán que negociar pero algunos no son capaces aún por su prudencia, otros por su profunda sociopatía, otros por su cobardía y otros por su incapacidad.
Sí, hay incapacidad cuando un ministro se larga de permiso de paternidad en una crisis y se asoma un momentito para decir “«Hemos comprobado que ahora que no hay eventos deportivos… han bajado las estadísticas de apuestas deportivas». Quédate en casa cariño, de verdad. Quédate en tu puta casa y sigue con los pañales. Yo veintidós ministros ahora mismo, como que no lo veo. Y creo que es cuestión de tiempo que el Presidente del Gobierno, de un positivo en COVID19 (sea falso o no me da igual) y desde un hospital militar nos dirija un mensajito lacrimógeno a la nación para darnos penita.
Hay que buscar una solución a esto en el momento que estamos y a lo que viene y necesitamos a los mejores. Las pérdidas no vamos a poderlas recuperar. Las humanas. Los muertos. Pero tenemos que conseguir que sean los menos posibles con los medios a nuestro alcance.
Y por hoy, querido diario, aquí me quedo. Nos queda la fase del dolor emocional. Lo de la depresión, la tristeza por lo que hemos perdido. Pero eso encerrados en casa, es difícil pasarlo y con la censura informativa, más propia de un estado de excepción que de un estado de alarma, es complicado. Andan diciendo que se están comprando a los medios de comunicación con dinero público para que hablen bien de los que nos gobiernan y no cuenten la cruda realidad. Y yo digo que una mierda. Comprar es otra cosa. Lo que se está haciendo es soborno y con nuestro dinero. Alguien dirá que es para protegernos, y yo diré entonces que son dos mierdas. Una para ahora y otra para cuando se la terminen.
No tengo ni idea cuando nos llegará la fase de la aceptación. En qué momento, cada uno de nosotros, asumiremos que las cosas que hemos perdido eran inevitables o que no lo eran, eso va a costar tela. Porque no es lo mismo aceptar que olvidar.
Antes de que todo esto empezará a cuajar como la gran tragedia que es, colgaba en mi muro de Facebook que en el año 1784, por una epidemia ocurrida en Sevilla, se escribió esto tan importante: ‘El que desea llegue a memoria de los venideros algún suceso de los tiempos presentes, ha de observar una constante verdad, método y claridad’.
También escribí que de esto no sé qué llegará a la memoria de los venideros… Pero me reafirmo en que no soy culpable de nada, excepto de haberme sabido ganar mi propia fortuna y de no olvidarme nunca que es mía. El de la coleta anda calentando motores reafirmándose en su muy particular defensa del artículo 128 de la Constitución, que establece que «toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general», parece que esa es su clave para hacer frente a la crisis del coronavirus. Parece que éste ha llegado ya a la fase de la aceptación con el dinero de los demás, como siempre le pasa. Ay coleta! Mis muertos, mi solidaridad y mis recursos son míos y lucharé por gestionarlos como mejor pueda.
Ayer ya presenté la declaración de la renta. Los chiringuitos que los paguen los que vayan a la playa. Y este año no pinta bien la cosa. Ah! Por cierto, está nublado y llueve y hay que intentar tomar el sol un poquito, diez minutos y en el brazo aunque sea. La vitamina D es importante.